La poesía es, sin lugar a dudas, el género más difícil de cuantos configuran el mercado editorial. Un género minoritario con el que muy pocas editoriales se atreven y solo las más valientes son capaces de levantar vuelo impulsadas por versos de toda condición. Poemas que siempre han acompañado al ser humano en sus horas más bajas y sus estados más sublimes. Porque las tendencias poéticas cambian pero la poesía sobrevive a los poetas y a los tiempos.
Poetas que manchan La poesía mancha es una de las pocas editoriales de poesía españolas que publica poesía exclusivamente. En los últimos años se ha convertido, además, en refugio de poetas al cabo de la noche, los bares de copas, las plazas atiborradas de jóvenes y los abrevaderos más sórdidos de Madrid, Barcelona y otras capitales. El «realismo sucio» es hijo de Bukowsky y padre de cuantos poetas de la nocturnidad se congregan en recitales arropados por una Vía Láctea luminosa y el alcohol barato que venden a ciertas horas. Son lo peor de cada casa y de cada facultad, pero prefieren un poema a una reyerta y un verso a la tristeza de cualquiera. Porque ellos mismos no son sino versos sueltos que escaparon de la sinrazón de un planeta, el nuestro, equivocado pero maravilloso.
Irina Carpena, Lya Osorio, Tabachkova, Andrea Pinacho, Sonia Milonga, Amaia Ramos, Iria Supertramp, Carlos Selva, Jorge Mayoral y otros tantos poetas de esta generación perdida y luego rescatada dan lo mejor de sí cuando tienen la pluma en una mano y una copa en la otra. Todos ellos han sido seleccionados por el sublime Carlos Salem; este personaje que se perdió en Madrid y no supo regresar a ninguna parte. Este argentino a quien alguien definió como «un género literario en sí mismo», se las apaña para coordinar sus actividades y organizar recitales que dejan al público con la boca completamente abierta.
Marcando estilo
No era, ni mucho menos, su objetivo cuando se fundó, pero la poesía mancha hace tiempo que marca la pauta poética de vanguardia en Madrid y en España. Sus poetas escriben sin florituras, sin circunloquios que embarren un mensaje claro y contundente, diseminando sentires y emociones en cada estrofa. En ocasiones caóticos, reflejan siempre su propio devenir como un todo, una piedra lanzada a un estanque cuyas ondas nos infunden vida. Las cosas por su nombre, sin eufemismos, huyendo de lo dulzón y lo ñoño; no logran conquistar a sus amantes con sus versos, más bien los espantan con su manera de expresar lo auténtico, lo más vital. No se trata de disfrazar la realidad, hay que ir a por ella con gafas de aumento para sentir mejor.
Selección de poetas
La mejor manera de mantener vivo un sello dedicado a la poesía es seleccionar muy bien las publicaciones. Por este motivo, Carlos Salem es muy posiblemente la única persona capaz de separar el grano de la paja, los poetas de verdad de aquellos que solo buscan el lucimiento personal en los recitales y la arrogancia de tener un libro de poemas impecable entre las manos. Son años los que lleva este genial argentino siendo mentor de lo mejorcito de la poesía actual, recital tras recital poético, trasnochando sin descanso en busca un poco de poesía de verdad. Por este motivo, La poesía mancha le ha confiado la selección de los poetas que publican bajo este sello editorial que es ya un paradigma de solvencia poética.
Cuidando las formas
El formato de los libros de La poesía mancha resulta muy singular: la imagen del/la poeta manchada de color en portada, la rotulación del título y el nombre del autor en vertical, unas solapas atrevidas y una contraportada presidida por una reseña que firma el propio Salem, configuran una cubierta que pretende ser la mejor carta de presentación de estas obras poéticas. El interior se compone de una mezcla de poesía pura e imágenes (no siempre) que refrescan el contenido de versos y estrofas. Todo ello presentado con el estilo de todas las publicaciones del Grupo Editorial Caudal y el mismo mimo con el que se ultiman todas sus producciones. La poesía que viene Porque la poesía, en formato distinto, eso sí, vuelve a estar de moda y son ahora los jóvenes los que han venido a sustituir a los viejos rapsodas con toda su fuerza. Después de unos años de decadencia en barrena, la poesía ha vuelto para quedarse y lo ha hecho con más vitalidad que nunca.